miércoles, 16 de abril de 2008
Explotación infantil en las tiendas de autoservicio
En la ciudad de México existen unos 9 mil menores de edad que trabajan como empacadores en tiendas de autoservicio, quienes comúnmente son llamados cerillos.
Estimado lector, lectora, la mayoría de estos niños y niñas provienen de familias de escasos recursos, pero con su trabajo contribuyen al ingreso familiar. Sin embargo, estos “trabajadores” carecen de salario, contrato y prestaciones y, en el mejor de los casos, sólo reciben propinas de los clientes. No obstante, son obligados por la empresa para la que colaboran a cumplir obligaciones formales como si fueran empleados: cubren horarios, responsabilidades y hasta son castigados si infringen las reglas.
Para trabajar como cerillos se exigen ciertos requisitos: tener entre 14 y 16 años, el permiso de sus padres y un certificado de estudios. Las tiendas de autoservicio no quieren reconocer una relación laboral con los empacadores porque esto elevaría los costos, sin embargo la paradoja está en que uno de los requisitos que les exige a los niños antes de admitirlos es presentar una solicitud de trabajo. Asimismo, los niños y niñas que trabajan como empacadores tienen que comprar el uniforme requerido por la empresa (cuando la ley obliga a proveérselos sin costo) y muchas veces laboran más de las seis horas permitidas legalmente, y aunque la tienda está obligada a darles media hora de descanso, en muchos casos trabajan más de 5 horas continúas.
Antes que contratar con todas las de la ley a los pequeños, las empresas prefieren pedir a los clientes o a la cajera que se hagan cargo de empacar los productos o contratar personal de mayor edad que podría hacer otras funciones.
Los empacadores no tienen vacaciones y si faltan tres días en el mes los dan de baja, y cuando rompen una mercancía, ellos la tienen que pagar.
La dependencia les aplica un examen psicológico y físico muy somero. A pesar de ello, existen cinco padecimientos muy frecuentes en esos niños: caries, implantación dental defectuosa, padecimientos oftalmológicos, parasitosis y escabiasis. Además, los niños registran baja talla y peso, así como deficiencia alimenticia.
La mayoría de los cerrillos estudian y trabajan y, por obvias razones, su labor afecta su desempeño escolar. Aunque las autoridades y las mismas empresas se desentienden de su situación, la Organización Internacional del Trabajo considera este tipo de trabajo como un ejemplo de explotación infantil.
Estos niños y niñas se ven obligados a laborar desde los 14 y 15 años debido a los escasos ingresos de sus familias. Según su perfil son hijos de madre soltera, o el padre tiene un empleo que no siempre es bien remunerado, y ellos aportan entre el 30 y el 70 por ciento del gasto de sus casas.
El marco legal vigente es deficiente para regular las labores de estos menores, ya que la empresa para la que laboran se aprovecha de sus circunstancias de vida y la utiliza para su beneficio.
Sin embrago, en un esfuerzo por remediar las irregulares condiciones de trabajo de estos niños y niñas, se firmó un convenio entre el gobierno del Distrito Federal (DF) y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD) en 1999, con el que se pretendió protegerlos, pero en los hechos este acuerdo se incumple. En el acuerdo se menciona que el trabajo es un estimulo para que los menores continúen sus estudios, sin embargo, contrario a esto, el trabajo de empacadores los aleja de los estudios, reduciendo así sus oportunidades de alcanzar una mejor calidad de vida.
El trabajo de los empacadores de las tiendas de autoservicio es considerado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF)) como una de las actividades clasificadas como explotación infantil. Asimismo, un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en México existen 3.5 millones de niños y niñas que trabajan y lo más triste de todo esto es que el trabajo infantil se tolera y se acepta como si fuera natural.
Los niños cerillos, como todos los niños y niñas que trabajan, deben ser apoyados y protegidos de los abusos y violaciones a sus derechos fundamentales. En este aspecto, la sociedad y el gobierno tienen una obligación ineludible.
De esos nueve mil niñas y niños que se desempeñan en las grandes tiendas de autoservicio como empacadores o “cerrillos”, dos terceras partes lo hacen en la cadena Wall-Mart, informó Víctor Inzua Canales, profesor de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Las propinas que se les ofrece, fluctúan entre 40 y 150 pesos en un lapso de cinco horas. Si llegan a doblar el día, entonces pueden alcanzar 300 pesos, dijo el investigador, de acuerdo con un comunicado de la UNAM.
Los dueños de estas tiendas comerciales violan la protección jurídica y social de estos menores de edad, de acuerdo con la normatividad de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), detalló.
Por ello, llamó a establecer una “norma oficial efectiva” que garantice las condiciones de trabajo y de seguridad social que los empleadores deben ofrecer a las y los llamados “cerillos”.
Sin duda, agregó el también antropólogo social, esto representa una de las más inmediatas preocupaciones del proceso de modernización que se gesta en el país. Los dueños de las tiendas deben cumplir con una relación contractual adecuada que implique las garantías de la ley, incluyendo salario y servicios médicos.
Aunque se trata de una forma de explotación infantil “menos deplorable”, es responsabilidad de las autoridades proteger a los menores de edad. Tal fenómeno se hace presente cuando los supermercados niegan que exista una relación laboral con estas y estos niños, y con ello eluden dar prestaciones a cambio de permitirles empacar las mercancías esperando una propina que con frecuencia no llega, dijo es de hace años el catedrático de la ENTS realiza investigaciones con grupos vulnerables, sobre todo entre las y los niños “cerillos”. “El estudio solamente se refiere a una de las actividades que se establece en el trabajo infantil urbano: los empacadores de mercancía en los centros comerciales”, apuntó.
Via: la jornada, La verdad del sureste, UNAM. etc
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Buena información y al leerla me da mucha tristeza que no hagamos nada para remediarlo.
Buena información y al leerla me da mucha tristeza que no hagamos nada para remediarlo.
Publicar un comentario