Tener la cabeza quemada, o el cerebro frito son algunas de las mejores formas de traducir el término “burn out” empleado para definir un tipo muy particular de estrés laboral.
Estamos acostumbrados a reconocer el estrés físico que nos provoca el trabajo, estrés relacionado con el cansancio que nos produce cumplir horarios, quedarnos horas extras para ganar unas monedas más o hacer el doble de tareas porque han echado a nuestro compañero de trabajo. Este estrés esta muy ligado a la fatiga que nos provoca ese aspecto del trabajo que tiene que ver con las obligaciones y la coerción externa.
Pero hay otro tipo de estrés laboral, conocido como burn out que hace referencia al desgaste emocional que nos provoca nuestro compromiso interno con el trabajo que asumimos.
La particularidad de este estado es que se juega en el plano de la relación emocional que se plantea con el trabajo y tiene mucho que ver con la forma en que han cambiado las relaciones laborales en los últimos tiempos.
Décadas atrás la gente, en general, trabajaba para ganarse así un sustento. La relación que primaba entre el trabajador y su trabajo o empleador era la económica, basada en la remuneración.
Actualmente la remuneración económica sigue siendo importante, pero ciertas empresas apuntan a generar con sus empleados un vínculo emocional basado en generar en el mismo un sentimiento de pertenencia a la empresa. Así los empleados son tratados como parte de una familia o club: se les invita a eventos deportivos, se otorgan premios especiales por logros, se proponen ámbitos distendidos de trabajo cambiando los horarios fijos por cumplimiento de objetivos.
En definitiva se les hace sentir queridos e importantes para la empresa. Lo que se genera es un vinculo de amor, la gente ya no trabajo sólo por dinero, sino por amor. Pero, para ser amado y seguir perteneciendo al lugar de trabajo la empresa no exige ni más ni menos que un compromiso total, una dedicación full time, una disposición absoluta.
Por ello el estrés que genera este vínculo se juega en el nivel emocional y resultado es el síndrome del burn out.
Samuel Lopez De Victoria, psicoterapeuta y colaborador de Psychcentral describe muy bien tres indicadores del burn out.
1-Percepción o sensación de inequidad y desvalorización: La persona comienza a sentirse poco valorada en su trabajo. No se trata tanto se sentirse mal pago sino de no sentirse apreciado por los pares o por los jefes, en relación a la importancia que ocupa uno en la empresa o lugar donde se trabaja.
2-Agotamiento emocional: Sensación de estar emocionalmente exhausto. Humor inestable, falta de energía y motivación.
3-Cinismo o paranoia: Comienzas a pensar que todos están en tu contra, que nadie te aprecia, que son todos trepadores, esperando a sacarte el lugar.
Si comienzas a sentir alguno de estos efectos, es buen momento para flexionar cual es tu relación con el trabajo o buscar ayuda en algún profesional.
Fuente: Psychcentral
Imagen: Flickr
Estamos acostumbrados a reconocer el estrés físico que nos provoca el trabajo, estrés relacionado con el cansancio que nos produce cumplir horarios, quedarnos horas extras para ganar unas monedas más o hacer el doble de tareas porque han echado a nuestro compañero de trabajo. Este estrés esta muy ligado a la fatiga que nos provoca ese aspecto del trabajo que tiene que ver con las obligaciones y la coerción externa.
Pero hay otro tipo de estrés laboral, conocido como burn out que hace referencia al desgaste emocional que nos provoca nuestro compromiso interno con el trabajo que asumimos.
La particularidad de este estado es que se juega en el plano de la relación emocional que se plantea con el trabajo y tiene mucho que ver con la forma en que han cambiado las relaciones laborales en los últimos tiempos.
Décadas atrás la gente, en general, trabajaba para ganarse así un sustento. La relación que primaba entre el trabajador y su trabajo o empleador era la económica, basada en la remuneración.
Actualmente la remuneración económica sigue siendo importante, pero ciertas empresas apuntan a generar con sus empleados un vínculo emocional basado en generar en el mismo un sentimiento de pertenencia a la empresa. Así los empleados son tratados como parte de una familia o club: se les invita a eventos deportivos, se otorgan premios especiales por logros, se proponen ámbitos distendidos de trabajo cambiando los horarios fijos por cumplimiento de objetivos.
En definitiva se les hace sentir queridos e importantes para la empresa. Lo que se genera es un vinculo de amor, la gente ya no trabajo sólo por dinero, sino por amor. Pero, para ser amado y seguir perteneciendo al lugar de trabajo la empresa no exige ni más ni menos que un compromiso total, una dedicación full time, una disposición absoluta.
Por ello el estrés que genera este vínculo se juega en el nivel emocional y resultado es el síndrome del burn out.
Samuel Lopez De Victoria, psicoterapeuta y colaborador de Psychcentral describe muy bien tres indicadores del burn out.
1-Percepción o sensación de inequidad y desvalorización: La persona comienza a sentirse poco valorada en su trabajo. No se trata tanto se sentirse mal pago sino de no sentirse apreciado por los pares o por los jefes, en relación a la importancia que ocupa uno en la empresa o lugar donde se trabaja.
2-Agotamiento emocional: Sensación de estar emocionalmente exhausto. Humor inestable, falta de energía y motivación.
3-Cinismo o paranoia: Comienzas a pensar que todos están en tu contra, que nadie te aprecia, que son todos trepadores, esperando a sacarte el lugar.
Si comienzas a sentir alguno de estos efectos, es buen momento para flexionar cual es tu relación con el trabajo o buscar ayuda en algún profesional.
Fuente: Psychcentral
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