Súbitamente nuestra Policía se ha convertido en la más eficiente fuerza antisecuestros del mundo. En las últimas dos semanas cada tres días ha caído una banda de secuestradores, y sus víctimas rescatadas. Algo raro está pasando. En todas estas bandas desarticuladas había policías y ex policías involucrados. Todo indica que el método de captura debe más a la búsqueda al interior de los propios cuerpos de seguridad, que a la investigación profesional. En los años 80, cada vez que se indignaba la opinión pública por la inseguridad, se decía que el director de la Policía de entonces, “El Negro” Durazo, recurría a un método infalible y científico para dar resultados: simplemente examinaba la nómina de las bandas existentes y palomeaba aquellas que debían ser sacrificadas. Un judicial con más de 10 años de experiencia me confió que entre los cuadros veteranos no hay muchos secretos. Aunque se desconozcan los detalles, cada uno sabe en qué anda metido el otro. En mayor o menor medida, todo agente sabe que es imposible cruzar el pantano sin mojarse. Pero también aprende a detectar el nivel al que cada uno está dispuesto a sumergirse. De hecho, la posibilidad de sobrevivir y progresar de todo judicial reside en su habilidad para saber en qué están involucrados sus colegas y hasta dónde están dispuestos a llegar. La rapidez con que se han ofrecido resultados, permite pensar que se ha echado mano de ese recurso. Hace dos semanas, a propósito del acuerdo contra la inseguridad firmado con bombo y platillo, se comentaba que, podíamos estar seguros que la delincuencia no iba a disminuir, salvo lo relativo al secuestro. Y es justamente lo que ha sucedido. Tendríamos que preguntarnos, ¿Y por qué hace un mes no se capturaban bandas de secuestradores? O peor aún ¿Por qué ahora sólo están cayendo secuestradores y no otros delincuentes?
Fiel a sí mismo, Calderón dirá que el rescate de víctimas y la aprehensión de secuestradores debe ser bienvenida “haiga sido como haiga sido”. Ojalá que en esta prisa por calmar la molestia del empresariado, el “haiga sido” no esté incluyendo chivos expiatorios. Entre los agentes veteranos existen algunas dudas sobre la responsabilidad fincada a Lorena González Hernández, como presunta organizadora del secuestro y asesinato de Fernando Martí. A Lorena se le conoce en el medio como una agente federal “tranquila”, que solía mantenerse distante de las profundidades del pantano. Hacía más de un año que estaba dedicada a tareas administrativas en la PFP. Sus familiares han afirmado que el día del secuestro del adolescente ella estaba en Cancún y que pueden probarlo. Tendrán que hacerlo. Para cualquiera de nosotros resulta imposible saber si esta mujer es inocente o no; sólo podemos exigir que no se fabriquen culpables o que no se reduzca a un ajuste de cuentas entre policías. La lucha contra el crimen organizado se ha convertido en una guerra de policías contra policías, y de soldados contra ex soldados. Cada año desertan decenas de miles de militares y sabemos que muchos de ellos pasan a engrosar las filas de los cárteles. Antes de canalizar más dinero y poder a los cuerpos de seguridad, tendríamos que preguntarnos si el policía reclutado hoy no es el secuestrador de mañana. Transparencia, rendición de cuentas y participación de la sociedad es lo único que puede ayudarnos a clarificar esa guerra intergremial, en la que cada vez es más difícil de saber cuáles son los policías buenos y cuáles los malos
Via: jorgezepeda.net
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