Falta de apetito, dolores musculares, fatiga, somnolencia o insomnio, poca concentración... Son los síntomas que estos días experimentarán el 15% de los adultos y el 8% de los niños. Molestias físicas y psíquicas que empiezan cuando acaban los días de descanso y que forman parte del conocido síndrome postvacacional.
Según explica el Grupo de Salud Mental de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC), este síndrome, que no se trata de una enfermedad y no hay que darle demasiada importancia a no ser que los síntomas persistan más de dos semanas, suele afectar a personas jóvenes, menores de 45 años, que experimentan una "ruptura brusca" del ritmo vacacional incorporándose al trabajo sin transición alguna.Se presenta igualmente en aquellos individuos que "tienden a idealizar" el periodo de vacaciones como la culminación de su bienestar personal o en quienes experimentan de forma habitual malestar con su trabajo y en la actividad laboral cotidiana.¿Cómo hacer frente al temido síndrome? Es importante "asumir que las molestias pueden estar originadas simplemente por un cambio en la rutina diaria. De ahí la necesidad de adoptar una actitud positiva, procurando no recrearse excesivamente en la incomodidad de los primeros días de incorporación al trabajo".
Según los expertos, para corregir las alteraciones de carácter físico, al paciente se le aconseja regular los horarios y el "reloj biológico" los días previos a iniciar el trabajo. Para ello es preciso acostarse en los horarios habituales y ser prudentes con el tiempo dedicado a la siesta."Es bueno dejarse al menos dos días del final de las vacaciones como periodo de adaptación" y, si es posible, se aconseja "regular progresivamente" la intensidad de la actividad que se realiza en el trabajo, además de "dormir más horas los primeros días de incorporación al trabajo, con un horario bien regulado", “es más común que este trastorno aparezca en menores cuyos padres también sufren estos síntomas”. Al igual que ocurre con los adultos, para los más pequeños los médicos de familia aconsejan que éstos inicien el horario escolar cuatro o cinco días antes de empezar el curso para hacer una "adaptación progresiva" al cambio de hábitos y evitar así "la ansiedad que genera una vuelta brusca a la rutina y a los problemas cotidianos"."También es bueno que a los niños se les destaquen los aspectos más positivos asociados al colegio, como el reencuentro con los amigos o las actividades deportivas que allí hacen", añade la doctora Cerecedo.
Pero la peor parte del regreso de las vacaciones se la llevan las amas de casa, que también sufren los síntomas del síndrome postvacacional, pero en su caso es aún más duro porque se tienen que acostumbrar otra vez a "la soledad del hogar".En un trabajo la vuelta puede resultar más llevadera si se cuenta con factores de protección como los compañeros de trabajo, con los que puede haber una buena relación. Sin embargo, después de haber pasado unos días o semanas con la familia "ellas llegan a casa y eso es todo lo que hay", confirma.También sucede lo mismo si durante el verano han recibido visitas de familiares a quienes no suelen ver, o por el mero hecho de haber tenido en casa durante más tiempo al resto de miembros de la casa, marido o hijos, por estar de vacaciones. De este modo, la tristeza, pérdida de ilusión, nostalgia, irritabilidad se pueden presentar de forma más intensa.
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