Aunque es mucho lo que se sabe sobre enfermedad cardiovascular, hasta ahora no había una explicación fundada de por qué las placas ateroscleróticas se ubican generalmente en los mismos lugares del árbol arterial o por qué se producen más infartos en edad avanzada. El doctor Enrique Gurfinkel, jefe de Cardiología de la Fundación Favaloro e investigador del Conicet, puede haber encontrado la respuesta: según postula en un trabajo ya aceptado para el congreso norteamericano de radiología y en otro que será publicado en la revista Arteriosclerosis, thrombosis and vascular biology, la explicación podría estar nada menos que en la geometría de las arterias. "Pudimos comprobar que el ángulo de bifurcación de los vasos sanguíneos determina la localización de las placas ateroscleróticas y la ubicación de los aneurismas -dice entusiasmado-. Por otro lado, creo que encontramos algo que ayuda a explicar por qué la aterosclerosis aumenta con la edad. Es fascinante." Gurfinkel confiesa que siempre se había sentido intrigado por la localización de las placas en el interior de las arterias. "Es interesante que la aterosclerosis siempre aparezca en tres segmentos vasculares -explica-. Ya cuando se hacen autopsias de fetos, se advierten signos del proceso precursor de la placa. En el 30% de los casos, se encuentra engrosamiento de la pared arterial en la región infrarrenal de la aorta. A los seis meses de edad, el ciento por ciento de los seres humanos presentamos engrosamiento en ese segmento, en las coronarias o en el llamado polígono de Willis, en la base del cerebro." El especialista se resistía a aceptar que esto se debiera a una mera casualidad, de modo que decidió estudiar el problema con una óptica diferente: no desde el punto de vista de la medicina, sino de la filogenética, la ingeniería, la física y la termodinámica. "Analizamos el sistema circulatorio como si fuera una cañería -dice Gurfinkel-. Entre el fluido y los «caños», hay una relación muy interesante. A medida que la sangre fluye, se produce cierto estrés de rozamiento. Y ese proceso es especialmente notorio en los lugares donde se dividen y emergen las arterias. Es ahí, precisamente, donde aparecen las primeras placas." Armado con la tomografía multicorte, Gurfinkel observó que las placas suelen ubicarse en las proximidades de las bifurcaciones de las arterias, por lo que le propuso al decano de la Facultad de Bioingeniería de la Universidad Favaloro, Ricardo Armentano, unir fuerzas para desarrollar un modelo matemático que confirmara o refutara esta hipótesis. "Hicimos un software con el que pudimos analizar imágenes tridimensionales de los ángulos de bifurcación de los vasos -explica-. Y, efectivamente, vimos que, dependiendo del ángulo del vaso, hay lugares de la arteria donde el flujo cambia de potencia y hace como un remolino. Son los segmentos proximales [cercanos a la bifurcación]. Entonces, hicimos un modelo experimental con tres tubitos que llenamos de iodo y vimos que los problemas de tensión aparecían precisamente cuando se bifurcaban. La dirección del flujo modifica la historia." Los investigadores pudieron cuantificar sus presunciones. Establecieron que si los ángulos superaban los 47°, los 22° o los 39°, según las arterias, comenzaba a registrarse placa aterosclerótica. Cuando las bifurcaciones superaban cierto ángulo, los científicos encontraron placas ateroscleróticas en todos los pacientes. Es más: según este trabajo, todo indica que a medida que los seres humanos envejecemos se va modificando la curvatura de las arterias. "Hasta ahora, los estudios que hicimos en 100 sujetos lo confirman -afirma Gurfinkel-. Esto explicaría por qué el mayor cúmulo de eventos cardiovasculares, o infartos, no se ve en gente joven, sino después de los 50. La edad altera nuestra anatomía, le introduce modificaciones espaciales. Particularmente, en los segmentos proximales." Los investigadores también midieron los ángulos de bifurcación de cincuenta varones y cincuenta mujeres, y descubrieron que son diferentes de acuerdo con el género. Este hecho podría ofrecer un argumento absolutamente inédito para explicar por qué, hasta cierta edad, el infarto es más frecuente en el hombre que en la mujer. El mismo proceso, al parecer, fundamenta el hecho de que en la población general prevalezca el aneurisma aórtico infrarrenal y no en otro punto de su anatomía. El aneurisma es la dilatación localizada de las paredes de un vaso sanguíneo. "Las arterias del 99% de las personas normales presentan un ángulo de bifurcación más allá del cual no tienen riesgo de padecer un aneurisma -explica Gurfinkel-. Incluso pudimos ver que, según ese ángulo, los pacientes hacían el aneurisma de un lado o del otro..." Y enseguida concluye: "Si esta hipótesis es correcta, estaríamos contestando dos preguntas que se hicieron a lo largo de toda la historia de la medicina. No quiero decir que el tipo de ángulos que se da en las arterias sea la causa de la enfermedad cardiovascular; creo que es un factor de riesgo independiente. Es la disposición espacial de las arterias lo que va contribuyendo a la producción de placas de grasa. Y esto no ocurre al azar, en cualquier región del cuerpo. Depende de la edad, del género, de la biología y de la filogenia. Es un poco nuestro destino".
Via:lanacion.com
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