lunes, 31 de diciembre de 2007

La hora del diablo de Fernando Pessoa


“Soy el maestro lunar de todos los sueños, el músico solemne de todos los silencios… las aspiraciones vagas, los deseos fútiles, el tedio que nos produce lo vulgar, aún cuando lo amamos, los aborrecimientos de lo que no aborrece, todo ello es obra mía, y nace cuando me echo a la orilla de los grandes ríos del abismo y pienso que tampoco sé nada...
…Sin embargo, la verdad es que no existo; ni yo, ni nada. Todo este universo, y el resto de universos, con sus diversos creadores y sus diversos Satanes (más o menos perfectos e instruidos) son vacíos dentro del vacío, nadas que giran, como satélites, en la órbita inútil de ninguna cosa”.
La Hora del Diablo de Fernando Pessoa nos dice que El Diablo, igual que el león, no es como lo pintan.

Para quienes a veces renegamos de lo cotidiano, para quienes como humanos nos despertamos sintiéndonos criaturas inferiores, el Diablo de Pessoa nos ofrece una lección y una esperanza: “Tenéis la ventaja de ser hombres, y a veces, desde el fondo de mi cansancio de todos los abismos, creo que más vale la calma y la paz de una noche en familia, frente a la lar, que toda esa metafísica de los misterios a la que nosotros, los dioses y los ángeles, estamos condenados por esencia… dichosos los que duermen en su vida animal, que es un sistema peculiar del alma, velado con poesía e ilustrado con palabras”.

asi mismo insiste:

“¡Tan pronto pasa todo cuanto pasa!
¡Muere tan joven ante los dioses cuanto muere!
¡Todo es tan poco!
Nada se sabe, todo se imagina.
Rodéate de rosas, ama, bebe
y calla. Lo demás es nada”.

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