jueves, 26 de junio de 2008

El síndrome Fox


Felipe Calderón Hinojosa necesitó salir del país, cruzar el mar y desde lejanas tierras pronunciar varios discursos que causaron revuelo, irritación, censuras y criticas. Desde España, donde fue recibido con singular calidez, el actual Presidente de México hizo recordar las "ocurrencias" de su antecesor, en especial cuando mencionó los foros sobre "su" Reforma Energética, en el capítulo de fortalecimiento de Pemex.Juzgó que los ponentes sólo se han concretado a expresar puntos de vista ideológicos o partidistas y no han debatido (¿o fue rebatido?) su proyecto de reforma. Esa letra mal escuchada provocó una andanada de ofensas, vía el senador perredista Carlos Navarrete, quien lo calificó de "ignorante", por decir lo menos.

Otro tema que originó escozor y ofensas, en especial de las huestes del autocalificado "rayo de la esperanza" Andrés Manuel López Obrador, fue el de que Calderón expresó que el PRD ha perdido simpatías entre los electores, por los bochornosos espectáculos que ha protagonizado: el cochinero de su contienda electoral interna; la toma de las tribunas del Congreso de la Unión; el megaplantón en el centro de la "capital en movimiento", los bloqueos y las marchas.Fue una conclusión apegada a la realidad, pero expresada por Felipe Calderón se consideró otra imprudencia. El síndrome Fox en pleno.Al margen de los foros, discusiones y propuestas por la reforma energética, está la organización de la "consulta popular perredista" amañada o no, que promueve el Gobierno de la Ciudad, y significa un lastre para sus iniciativas, pues ha sembrado la duda sobre la constitucionalidad y legalidad del documento presidencial.

Algo tienen los viajes internacionales que afectan a los presidentes emanados del PAN, quienes olvidan los problemas que dejan en su "país maravilloso", y opinan de lo que no hablan en su territorio.A Felipe Calderón se le nota desesperado e irritable. Enfrenta el delicado problema de la carestía y el desabasto de alimentos, con todo y el anuncio de "congelar" los precios de algunos que ya habían sido elevados; soporta la polémica originada por el Plan Mérida; conoce los problemas de la lucha en contra de los cárteles de la droga, "que aunque vayan ganando las autoridades, no lo parece".Los narcos ponen las balas y las policías los muertos.Otros asuntos que probablemente le roban el sueño y la serenidad son: el acoso constante de AMLO; así como la brusca salida de Santiago Creel de la coordinación de "su fracción" en el Senado, y la percepción de un posible desplome de las simpatías hacia el Partido Acción Nacional para las elecciones del año próximo.Tener menos legisladores le significaría perder el control del Congreso y eso se traduciría en una presidencia debilitada.

Tiene razón el Presidente en estar desesperado. Y le faltan más de cuatro años.Calderón entró a su segundo cuarto de administración y los asuntos parecen no tener solución; no ha logrado superar el problema del desempleo -que fue uno de sus compromisos de campaña- y existe poca o nula colaboración de sus secretarios de despacho.Intuye que la jornada electoral del año próximo será adversa para su partido, pues las tendencias de las encuestas revelan que el PRI tiene entre dos y cinco puntos arriba del panismo.Todo esto explica el malhumor de Calderón y el reclamo a sus más cercanos colaboradores por la falta de resultados. La selección nacional política no está a la altura de las exigencias de los mexicanos. ¿Podrá Calderón enmendar el rumbo? ¿Para tener mejor calificación entre los gobernados, se atreverá a hacer los cambios de los colaboradores que no funcionan? ¿Seguirá soportando las insolencias de Manuel Espino y de Andrés Manuel López Obrador?¿Germán Martínez, el líder nacional del PAN, tendrá la habilidad para recuperar los espacios perdidos? ¿La sensibilidad no es uno de los atributos presidenciales? ¿Calderón tiene ya el síndrome Fox? ¿Se está afoxando?

Imagen:http://foxylandia.blogspot.com/

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