viernes, 7 de noviembre de 2008

Accidente o atentado? caso Mouriño

La muerte del secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño ocurrida el martes por la tarde, al desplomarse el avión en que viajaba a la ciudad de México procedente de San Luis Potosí, conmocionó a la opinión pública mexicana y fue una noticia ampliamente difundida por los medios de comunicación en varias partes del mundo. Este lamentable suceso, en el que, además de político mexicano-español, murieron otras ocho personas, entre ellas José Luis Santiago Vasconcelos, ex procurador de la PGR, es lastimoso en primer lugar por la pérdida de vidas humanas, que causa en este momento, sin duda alguna, mucho dolor en el seno de diversas familias. Ante la pérdida de su colaborador más cercano, el presidente Felipe Calderón elogió la labor no sólo de Mouriño, sino la del resto de los funcionarios que viajaban en esa aeronave. Su mensaje pretendió, también, contener una serie de especulaciones que se han regado como pólvora apenas se conoció la noticia, y se limitó a decir que se informará sobre las investigaciones en torno a lo que de momento se ha calificado oficialmente como un accidente. Sin embargo, existe una percepción bastante extendida de que la aeronave en la que viajaba Mouriño se desplomó a consecuencia de una acción deliberada y planeada. Me pareció llamativo que nadie hablara de accidente, sino de un posible atentado. Tales afirmaciones no tenían soporte alguno desde el punto de vista de la información objetiva y claramente trascurrían en el terreno de la especulación. Igualmente, al hablar por teléfono a México con algunos conocidos predominó la idea de una acción orquestada o al menos de un suceso extraño y difícil de explicar. Tengo la impresión de que tal percepción irá en aumento, pese a la aparente contundencia de información oficial durante los próximos días. Umberto Eco acuñó el concepto de la “decodificación aberrante” para explicar que, muchas veces, las audiencias dan un sentido distinto al que el emisor quiso transmitir a través de los medios, generando efectos contraproducentes. Lo anterior se ha observado con nitidez cuando, por ejemplo, un gobierno anuncia que no hay riesgo de desabasto de determinados productos, y el efecto inmediato es que las tiendas de autoservicio se colapsan, pues el sentido de la información entre el gobierno y la sociedad difiere notablemente.A la percepción de un posible atentado contribuyen una serie de hechos recientes que han hecho evidente el poderío del narcotráfico para reaccionar ante la acción del gobierno mexicano. Se ha logrado crear un clima de zozobra tal que aun el caso de que lo ocurrido el martes haya sido efectivamente un accidente la especulación terminaría por imponerse. Sobre todo porque existen precedentes de supuestos accidentes que al paso de los años nunca fueron aclarados o la versión oficial de éstos no pareció ser creíble. Tal es el caso de la muerte de Ramón Martín Huerta, secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Vicente Fox.Por lo pronto, me sumo a los que piensan que lo ocurrido el martes es cuando menos muy extraño y preocupante. La información seguirá su curso en los próximos días, con el añadido no menor de la expectativa que genera la designación por parte del presidente de quien será el sustituto de Mouriño. En medio de este entorno convulso, algunos buscarán sacar rédito político y el gobierno mexicano tendrá, entre muchas otras, la tarea nada sencilla de generar confianza en una sociedad que podría interpretar los hechos del martes como una escalada de violencia que parece no tener límites.
Por: Guillermo Velasco Barrera
Via: cronica.com.mx

No hay comentarios: