lunes, 26 de noviembre de 2007

7 genios (y una rama completa de la ciencia) que nunca ganaron el Nobel


Se supone que científicos e intelectuales deberían estar por encima de los aburridos políticos en los concursos de popularidad ¿verdad? Pues no, aquí tenemos los ejemplos de unos pocos faros de luz que jamás llegaron a disfrutar de los oropeles de la medalla sueca del Nobel (o del millón de coronas suecas que lo acompaña). Y tu que pensabas que los Óscars eran malos.

1. Joan Robinson, economía
La británica Joan Robinson podría ser una de las figuras más apasionantes en la historia de la “ciencia sombría”. Una acólita del gran John Maynard Keynes, su trabajo cubrió un amplio rango de asuntos económicos, desde el neoclasicismo, pasando por la teoría general de Keynes y hasta el marxismo. Eso sin mencionar su noción de la competición imperfecta, que aún se enseña en todas las aulas de economía básica. Añádase a eso el hecho de que la obra cumbre de Robinson: “La acumulación de capital” fue publicada allá en 1956, aunque aún sigue siendo ampliamente consultada como libro de texto en económicas. Entonces… ¿por qué no ganó el Nobel? Hay quien dice que fue simplemente por ser mujer, ya que ninguna mujer ha ganado nunca el Nobel en esta materia. Otros sostienen que el trabajo de Robinson a lo largo de su carrera fue demasiado ecléctico, al contrario que de otros muchos laureados que se hiperespecializaron en un asunto concreto. Aún así, otros afirman que no era apta para recibir el Nobel por su apoyo vocal a la revolución cultural china, una iniciativa por otro lado bastante anti-intelectual.

2. Dimitri Mendeleev, química
¿Por que habría de merecer este señor el Nobel de química? Después de todo, su único logro fue idear la totalidad de la tabla periódica de elementos, el milagro de organización y deducción sobre el que se basa toda la química moderna. La tabla de Mendeleev era tan buena que incluso predijo la existencia de elementos que aún no habían sido descubiertos. Pero aquí fue donde los políticos levantaron sus feas cabezas. En 1906, Mendeleev había sido seleccionado por el comité que otorgaba el premio para honrarle con el galardón, pero la Real Academia Sueca de las Ciencias se inmiscuyó y le dio un vuelco a la decisión. ¿Por qué? La intervención fue comandada por el químico sueco Svante Arrhenius, que había ganado el premio 3 años antes por su teoría sobre la disociación electrolítica. Mendeleev había sido muy crítico con su teoría, por lo que Arrhenius aprovechó la oportunidad para saldar viejas deudas.

3. Mahatma Gandhi, paz
El eterno aspirante al Nobel de la paz, Mohandas “Mahatma” (Alma-Grande) Gandhi fue nominado de forma múltiple: 1937, 1938, 1939, 1947, y 1948. Ciertamente se lo merecía, puesto que sus métodos no violentos ayudaron a que los británicos se fuesen de la India, y el suyo se convirtió en modelo para futuros laureados con el Nobel de la paz como el reverendo Martin Luther King. La última nominación para Gandhi llegó en 1948, y ese año él era el claro favorito para ganarlo. Sin embargo, el “Mahatma” fue asesinado solo unos pocos días antes de que se cumpliera la fecha del anuncio. Como el Nobel es un premio que jamás se entrega de forma póstuma, el galardón aquel año simplemente no se entregó, para lo cual se argumentó que “no había candidatos disponibles vivos”. La decisión fue tomada también por el hecho de que Gandhi no dejó herederos ni fundaciones a quienes entregar el premio monetario.

4. James Joyce y 5. Marcel Proust, literatura
Uno escribió el “Ulises” y el “Despertar de Finnegan”, casi universalmente saludados como dos de los trabajos literarios más brillantes del siglo XX (en el caso del Ulises, el más brillante). Y el otro es, bueno… es Marcel Proust. El destacado trabajo de Proust “En busca del tiempo perdido” es considerado como uno de los más grandes logros en literatura de todos los tiempos. En esta obra Proust combina siete novelas y 2.000 personajes para celebrar la vida, la consciencia y la tensión sexual en 3.200 páginas. Los trabajos de James Joyce y la corriente estilística relacionada con la consciencia son las bases para incontables cursos universitarios, tesis doctorales, y sosegadas consideraciones poéticas. Pero los escritos de Proust y Joyce fueron probablemente demasiado controvertidos y “poco convencionales” para los gustos conservadores de los comités del Nobel en aquellos tiempos. Y la estricta política de los Nobel sobre los premios póstumos no ha ayudado exactamente, especialmente una vez que el paso del tiempo no ha hecho sino agrandar la influencia de estos dos autores sobre aquellos que les sobrevivieron. Irónicamente, Proust y Joyce han sido grandes influencias para otros escritores que si recibieron el Nobel, como Saul Bellow, Samuel Beckett, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, y Hermann Hesse. ¿Queréis conocer a otros literatos gigantes que se han quedado con ganas del Nobel? Evelyn Waugh, Jorge Luis Borges, Bertold Brecht, Graham Greene, Henry James, Vladimir Nabokov, y Simone de Beauvoir, por nombrar unos pocos.

6. Jules-Henri Poincaré, física
Aunque Poincaré era un matemático, su genio fue demasiado universal como para confinarlo a una única categoría. Es cierto, de su mente nacieron toda clase de teorías matemáticas con nombres demenciales: topología algebraica, funciones abelianas y ecuaciones diofánticas. Pero además era un físico. Poincaré estableció los fundamentos para la moderna teoría del caos e incluso superó a Einstein a los puntos, en algunas facetas concretas de la teoría de la relatividad especial. Y uno de sus problemas matemáticos, la conjetura de Poincaré, permaneció sin resolver ¡durante casi 100 años! Entonces ¿por qué fue ignorado Poincaré por los encargados del más grande de los premios? Debido a la estipulación que Alfred Nobel dejo escrita, de que sus premios debían ir a aquellos descubrimientos que más grandes beneficios prácticos tuvieran para la humanidad, los comités del Nobel han sido acusados muy a menudo de premiar los descubrimientos experimentales por encima de los avances puramente teóricos. La obra de Poincaré en el campo de la física es un buen ejemplo de lo que supone ser una víctima de este prejuicio.

7. Raymond Damadian, medicina
A lo largo de la historia del Premio Nobel muchos han sido los que mereciéndolo, no llegaron a obtenerlo, pero pocos han expresado su malestar personalmente tanto como el doctor Raymond V. Damadian en el año 2003. Él fue el cerebro que ideó la ciencia sobre la que se basa el visor de resonancia magnética (MRI), una técnica que revolucionó por completo la detección y el tratamiento del cáncer. No obstante, el Premio Nobel de medicina 2003 fue a parar a manos de Paul Lauterbur y Peter Mansfield, dos científicos que desarrollaron el descubrieron de Damadian. Enfurecido hasta el extremo, Damadian contrató una página completa en cada uno de los dos más prestigiosos diarios estadounidenses: el New York Times y el Washington Post, en los que mostró una foto de la medalla Nobel cabeza abajo con el titular: “La vergonzosa mentira que debe ser corregida”. El anuncio mostraba los comentarios de otros científicos que respaldaban la afirmación de Damadian, e incluso una carta de protesta que podía ser recortada, firmada y enviada el comité de los premios suecos. Algunos dijeron que Damadian había sido obviado por su creencia cristiana fundamentalista en el creacionismo, lo que le había valido el ostracismo de buena parte de la comunidad científica. Otros dijeron que fue porque su descubrimiento no había sido realmente útil para la medicina hasta que Lauterbur y Mansfield lo mejoraron. De todos modos, el esfuerzo no mereció la pena y el pobre científico se quedó con las ganas del Nobel.

8. Oh, y nadie lo ha ganado en matemáticas
Cuando el inventor de la dinamita (esto no es un comentario sobre sus habilidades; simplemente él fue el que la inventó) Alfred Nobel estipuló en su testamento que su fortuna debería emplearse para establecer unos fondos con los que otorgar 5 premios anualmente, olvidó notoriamente añadir a las matemáticas. Para explicar esta omisión han surgido multitud de teorías, las más irreverente es la que sostiene que Nobel odiaba a todos los matemáticos porque su mujer le ponía los cuernos con uno de ellos. No es cierto. La razón más probable para este olvido es (1) que a Nobel simplemente no le gustaban las matemáticas demasiado, y (2) que Suecia ya otorgaba un premio de prestigio en este campo, concedido por la revista Acta Mathematica. A pesar de que las matemáticas siguen sin encontrar su sitio en la Fundación Nobel, en 1968 se añadió una nueva categoría para la economía, pagando de este modo la deuda contraída con las ciencias extremadamente aburridas.

[Nota del editor: los datos para esta lista han sido tomados del libro Forbidden Knowledge]

Traducido de 7 Geniuses and 1 Entire Science That Never Won the Nobel

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