No nos dejemos llevar por esa “psicosis colectiva navideña” que año con año se presenta como si fuera una epidemia; corremos al centro comercial a tratar de conseguir el mejor regalo sin importarnos el precio, olvidando que el regalo lo creamos nosotros mismos y es el amor a los demás. Enseñemos a nuestros niños y jóvenes cuales son las cosas verdaderamente valiosas, como el no tomar ventaja sobre los demás de alguna situación, no es que seamos tontos, es porque somos honestos; hay que repartir más abrazos y menos regalos comprados; tiene más valor una pequeña y sincera conversación, que una pantalla gigante y de estos podemos mencionar muchos ejemplos. Se dice que somos lo que pensamos, pues vamos pensando de forma positiva dejando de hablar de la crisis, hablemos sólo de hacer buenos negocios, buenos trabajos y mejores tareas, si nos programamos para fracasar lo vamos a lograr, en cambio si nos mentalizamos para triunfar más pronto llegaremos a la meta. Vamos respetándonos a nosotros mismos siendo congruentes entre lo que opinamos y nuestros hechos, en nuestra familia dándoles su lugar y espacio a cada miembro, así como oportunidad a expresar su opinión y su sentir. Liberar al corazón de odios y rencores, dar más de nosotros mismos y esperar menos, pero por sobre todo, siempre tener esperanza.
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