Son nenas, pero se ven obligadas a huir para evitar el dolor y la mutilación. Más de 300 keniatas de entre 10 y 15 años del distrito de Kuria buscaron refugio en iglesias y hospitales para evitar que se les practique la ablación genital, una costumbre religiosa muy extendida en comunidades del Africa subsahariana. El diario "The Standard", el más antiguo del país, informó hoy que médicos y empleados de la administración local están asistiendo a las chicas que escaparon de los asentamientos massai, donde la ablación marca simbólicamente el paso a la vida adulta. De todas formas, 300 es un número demasiado escaso si se tiene en cuenta que, de acuerdo a datos provistos por organizaciones humanitarias, unos tres millones de niñas sufren cada año esta práctica en el mundo. La también conocida como "circuncisión de la mujer" incluye la amputación parcial o total u otras lesiones deliberadas de los genitales externos, como el clítoris y los labios. Desde hace ya varios años, grupos defensores de los derechos de los niños y de las mujeres advierten sobre las secuelas psíquicas y sanitarias que sufren las víctimas de ese tradicional rito de iniciación. Sus consecuencias duran toda la vida y la operación -habitualmente casera- puede causar la muerte, complicaciones en el parto, infertilidad, infecciones, hemorragias prolongadas, frigidez o traumas psicológicos. A pesar de que distintas organizaciones humanitarias trabajan para tratar de imponer entre los massai nuevos rituales menos nocivos para la salud, muchas de las chicas que se resisten a la ablación son despreciadas y aisladas socialmente. A diferencia de las más de 300 que lograron huir, en muchos casos, las niñas que intentan escapar son retenidas contra su voluntad en sus pueblos y sometidas a la mutilación.
Via:clarin.com
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