Los niños obesos que no pueden respirar mientras duermen padecen más somnolencia diurna excesiva que los chicos más delgados que también son roncadores crónicos, demostró un estudio publicado en la revista Pediatrics. Los síntomas en los niños con sobrepeso son "sorprendentemente reminiscentes de los patrones de somnolencia diurna excesiva en los adultos con apnea obstructiva crónica", escribieron los doctores David Gozal y Leila Kheirandish-Gozal, de la University of Louisville, en Kentucky. Esto sugiere, agregó el equipo, que la apnea obstructiva del sueño se muestra distinta en los niños obesos que en los de peso normal, lo que sería importante para el tratamiento de la enfermedad y el conocimiento de cómo altera la función de orgánica.
Ambos investigadores habían observado previamente que entre los niños con problemas de sueño, el cansancio diurno era el síntoma principal en los obesos, mientras que la somnolencia tendía a manifestarse como falta de atención e hiperactividad en los chicos con peso normal.
Para investigar la hipótesis de que los niños con ronquidos igualmente graves serían más propensos a tener somnolencia diurna si son obesos, el equipo estudió a 50 chicos de entre 6 y 9 años, saludables y con peso normal que roncaban habitualmente y los comparó con 50 niños obesos y roncadores, con el mismo género, edad y etnia.
El equipo observó a los niños mientras dormían durante toda una noche en el laboratorio y luego les hicieron una prueba múltiple de latencia del sueño para evaluar el nivel de somnolencia diurna a través de la cantidad de tiempo que demoran los niños en dormirse durante el día.
El test incluyó la posibilidad de que los niños durmieran una siesta de 30 minutos cada dos horas, a partir de las 8 de la mañana. Cada niño tuvo cinco oportunidades de dormir siesta.
En promedio, los niños obesos demoraron 12,9 minutos para dormirse y los no obesos, 17,9 minutos. Veintiún niños obesos tenían una latencia de sueño de 12 minutos o menos, lo que se observó en sólo cinco chicos con peso normal. La somnolencia diurna estuvo más sólidamente asociada con la cantidad de veces que un niño se despertaba por hora debido a alteraciones respiratorias.
Esto sugiere, según los autores, que la fragmentación del sueño sería más frecuente en los niños obesos y que la deficiencia de oxígeno durante el sueño tendría un papel importante en la producción de la respuesta biológica que eleva la somnolencia diurna. Mientras que la apnea obstructiva del sueño era más frecuente entre los chicos obesos que en los más delgados, aquéllos sin el trastorno seguían siendo aún más propensos a sentir somnolencia diurna excesiva que los niños más delgados. La obesidad y la apnea obstructiva del sueño, explicaron los investigadores, son trastornos asociados con la inflamación sistémica de bajo grado. De modo que ambas condiciones podrían actuar juntas para aumentar aún más el nivel de sustancias orgánicas promotoras de inflamación y somnolencia, sugirió el equipo. Si bien el mecanismo detrás de esa relación exige más investigación, el equipo concluyó que, por ahora, debería pesquisarse la apnea obstructiva del sueño en niños con síntomas de somnolencia diurna excesiva que no pueden permanecer despiertos.
FUENTE: Pediatrics, enero del 2009
Ambos investigadores habían observado previamente que entre los niños con problemas de sueño, el cansancio diurno era el síntoma principal en los obesos, mientras que la somnolencia tendía a manifestarse como falta de atención e hiperactividad en los chicos con peso normal.
Para investigar la hipótesis de que los niños con ronquidos igualmente graves serían más propensos a tener somnolencia diurna si son obesos, el equipo estudió a 50 chicos de entre 6 y 9 años, saludables y con peso normal que roncaban habitualmente y los comparó con 50 niños obesos y roncadores, con el mismo género, edad y etnia.
El equipo observó a los niños mientras dormían durante toda una noche en el laboratorio y luego les hicieron una prueba múltiple de latencia del sueño para evaluar el nivel de somnolencia diurna a través de la cantidad de tiempo que demoran los niños en dormirse durante el día.
El test incluyó la posibilidad de que los niños durmieran una siesta de 30 minutos cada dos horas, a partir de las 8 de la mañana. Cada niño tuvo cinco oportunidades de dormir siesta.
En promedio, los niños obesos demoraron 12,9 minutos para dormirse y los no obesos, 17,9 minutos. Veintiún niños obesos tenían una latencia de sueño de 12 minutos o menos, lo que se observó en sólo cinco chicos con peso normal. La somnolencia diurna estuvo más sólidamente asociada con la cantidad de veces que un niño se despertaba por hora debido a alteraciones respiratorias.
Esto sugiere, según los autores, que la fragmentación del sueño sería más frecuente en los niños obesos y que la deficiencia de oxígeno durante el sueño tendría un papel importante en la producción de la respuesta biológica que eleva la somnolencia diurna. Mientras que la apnea obstructiva del sueño era más frecuente entre los chicos obesos que en los más delgados, aquéllos sin el trastorno seguían siendo aún más propensos a sentir somnolencia diurna excesiva que los niños más delgados. La obesidad y la apnea obstructiva del sueño, explicaron los investigadores, son trastornos asociados con la inflamación sistémica de bajo grado. De modo que ambas condiciones podrían actuar juntas para aumentar aún más el nivel de sustancias orgánicas promotoras de inflamación y somnolencia, sugirió el equipo. Si bien el mecanismo detrás de esa relación exige más investigación, el equipo concluyó que, por ahora, debería pesquisarse la apnea obstructiva del sueño en niños con síntomas de somnolencia diurna excesiva que no pueden permanecer despiertos.
FUENTE: Pediatrics, enero del 2009
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