miércoles, 24 de marzo de 2010

Piojos, piojos y más piojos



La pediculosis o infestación de piojos es una parasitosis externa, que se suele vincular con la población infantil y adolescente en edad escolar, así como a aquellos adultos que se hallen vinculados a este tipo de colectivos (educadores, monitores, padres, guardas, pediatras). La vía de transmisión del parásito convierten a colegios, guarderías y campamentos en focos preferentes de contagio de este tipo de infestaciones, que se irán sucediendo, durante el curso, a modo de brotes masivos, e implicarán, en muchos casos, mantener al niño o joven alejado de las clases, con el fin de evitar nuevos contagios.

La infestación por piojos es, sin lugar a dudas, la parasitosis externa más frecuente. Si bien, su prevalencia experimenta picos más importantes durante el otoño y la primavera, la aparición de piojos puede tener lugar en cualquier época del año. Hasta hace poco tiempo, se asociaba la pediculosis capilar a estados higiénicos deficientes, ya que existía la creencia, actualmente erradicada, de que los piojos de la cabeza proliferaban con mayor facilidad en cueros cabelludos sucios y poco cuidados. Actualmente, se sabe que el piojo prefiere la piel y el pelo limpio y sano para desarrollarse y presenta una cierta predilección por los cabellos finos y claros, el piojo de la cabeza raramente actúa como agente transmisor de otras enfermedades.

El piojo de la cabeza (Pediculus humanus capitis) es un ectoparásito perteneciente al orden Anoplura, que parasita exclusivamente al hombre y es hematófago. Se trata de insectos visibles, a simple vista, ya que su longitud oscila entre 1 y 2 mm, siendo la hembra de mayor tamaño que el macho. La cabeza de este tipo de piojos chupadores posee un aparato bucal adaptado para perforar la piel y succionar la sangre de la que se alimentan. La hembra inicia la puesta de los huevos 1-2 días después de su madurez sexual, y pone una media de 10 huevos diarios, lo que representa (si se tiene en cuenta que su vida media es de 30-40 días) que una hembra puede llegar a poner 250-300 huevos durante su ciclo vital. Las liendres, nombre que reciben los huevos de los piojos, presentan forma ovoidea y un tamaño de, aproximadamente, 0,8 mm. Las liendres son depositadas sobre el cabello, en zonas muy cercanas al cuero cabelludo y, para eclosionar, necesitarán que transcurran 4- 14 días. De cada huevo nacerá una ninfa que, en los días posteriores a su emergencia, todavía deberá presentar 3 estadios más, para llegar a la madurez sexual.
Pediculus humanus capitis vive sobre el cabello de la cabeza y prefiere las zonas más cercanas a la nuca y las orejas, aunque, en raras ocasiones, puede llegar a afectar a las cejas, pestañas y barba.

La transmisión sólo es posible a través del piojo adulto. La vía de transmisión más frecuente es el contacto directo de cabello de un hospedador infestado a cabello de otro potencial hospedador. Esto explica lo extremadamente rápida e incontrolable de la diseminación del parásito entre la población infantil: por un lado, ésta se halla concentrada en las zonas escolares, en pequeños espacios cerrados con otros niños, y por otro lado, su vitalidad y ausencia de prejuicios sobre el contacto físico potencian estos contactos directos, mediante sus juegos y actividades. Los fomites (en peines, sombreros, gorros, auriculares) son los elementos que permiten una transmisión indirecta. Para que esta vía de contagio sea realmente efectiva, es necesario que el tiempo transcurrido desde la contaminación de estos «elementos infestantes» con el parásito, hasta que se produzca el contacto directo de estos fómites con el nuevo individuo, no exceda las 48 horas (24 horas sin alimentación son suficientes para provocar la muerte de una ninfa y 24-48 horas fuera del huésped bastan para provocar la muerte del piojo adulto).

Es sobradamente conocido que el síntoma más característico de las pediculosis es el picor, provocado al inyectar el parásito su saliva cuando pica al huésped, para ingerir su sangre. Como consecuencia del intenso picor, suele producirse un rascado de la zona, que provoca la excoriación del cuero cabelludo, con el consiguiente riesgo de sobreinfecciones secundarias.

Llegar a un diagnóstico correcto es relativamente sencillo y, normalmente, no suele requerir la intervención facultativa. Ante el rascado recurrente de los pequeños, son habitualmente los padres o educadores los que, tras una inspección visual del cabello, identifican, sin demasiada dificultad, la presencia de parásitos o liendres (normalmente es más fácil localizar los huevos que el piojo, ya que el número de individuos adultos es muy bajo, se mueven con mucha rapidez y, salvo acaben de alimentarse, presentan un color que no facilita su localización).
En cierta manera, las liendres tienen un cierto parecido con la caspa, si bien se diferencian de las escamas de caspa en que las primeras no caen cuando se sacude el cabello ni cuando se cepilla, en cambio, la caspa sí presenta movilidad y es capaz de desprenderse, tras efectuar movimiento; además, las liendres producen un chasquido cuando se aplastan entre las uñas y una superficie dura.
En caso de dudas, el diagnóstico puede confirmarse con ayuda de una lupa doméstica o un cuentahílos, mediante los que serán fácilmente identificables, las características morfológicas descritas anteriormente.
Ante la detección de liendres, puede interesarnos distinguir si éstas están llenas o vacías. Así, conviene saber que las llenas son blancas y mates, mientras que las vacías son translúcidas. Otro elemento que puede ayudar a discernir entre ambos estados es su situación: las liendres son depositadas a 1 mm, aproximadamente, del cuero cabelludo; así, teniendo en cuenta que se desplazan, debido al crecimiento del pelo, unos 0,4 mm diarios y que tardan unos 7 días en eclosionar, esto indica que las liendres, situadas a más de 3,5 mm del cuero cabelludo, tienen
una probabilidad muy alta de estar vacías.


Tratamiento. El tratamiento consiste en la aplicación de un pediculicida en crema o loción. Se considera que la permetrina al 1,5% es el tratamientode primera línea, aunque la elección del fármaco debería basarse en los patrones de resistencias de cada región.
Actualmente disponemos de varios grupos de pediculicidas, entre los que destacan los piretroides sintéticos como la permetrina y la fenotrina, los organofosforados como el malathion, los organoclorados como el lindano y otros como los carbamatos y el butóxido de piperonilo La loción o crema de permetrina al 1,5% debe aplicarse durante 10-30 minutos, posteriormente hay que lavar el cabello y luego extraer manualmente de las liendres, para lo que resulta imprescindible imprescindible un peine específico con las púas finas y juntas (liendrera) sobre el cabello mojado.
Si el piojo se mueve lentamente o no se mueve después de 8-12 horas del tratamiento se considera que el pediculicida ha sido efectivo. Si el piojo se sigue moviendo igual, se utilizará un producto alternativo: un piretroide con butóxido de piperonilo y en segundo lugar, un organofosforado como el malathión. La loción de malathión al 0,5% debe aplicarse durante 8-12 horas, lavando luego el cabello y extrayendo manualmente las liendres.
Otra opción en el tratamiento de las pediculosis son las lociones con formulaciones basadas en derivados del aceite de coco, que bloquean las vías respiratorias del piojo y lo matan por asfixia y deshidratación. También disuelven la sustancia adherente que fija las liendres al cabello, facilitando su eliminación al peinarlo con la liendrera.
Con una sola aplicación de cualquier buen pediculicida se suelen eliminar prácticamente todos los parásitos, aunque persisten las liendres, alguna de las cuales puede permanecer habitada. Se recomienda repetir el tratamiento al cabo de una semana con el fin de eliminar liendres fecundadas.
Los peines, cepillos y otros objetos personales que contactan con el pelo deben ser desinfectados.

2 comentarios:

Ma. Isabel Resendiz Morales dijo...

Rafael, te pasas, ya tengo comezón en toda la cabeza, es más ya tengo comezón hasta en el cuerpo, después de leer a los piojos, piojos y máas piojos.
A propósito de parasitos que chupan sangre, ¿como te va en clases?
Una brazo.

Ma. Isabel Resendiz Morales dijo...

Rafael, te pasas, ya tengo comezón en toda la cabeza, es más ya tengo comezón hasta en el cuerpo, después de leer a los piojos, piojos y máas piojos.
A propósito de parasitos que chupan sangre, ¿como te va en clases?
Una brazo.