lunes, 28 de septiembre de 2009

Ciencia vs Novela Rosa


Parece mentira, pero la hecatombe económica ha acabado por demostrar algo que todos sabíamos, que la educación y la especialización es lo único que te puede permitir optar a un nuevo puesto de trabajo una vez que llega la tan temida carta de despido. Para animarme a estudiar, mi madre solía decirme que los conocimientos son lo único que no pueden robarle a uno nunca, y la verdad es que el tiempo le he dado la razón. Las listas del desempleo crecen sin parar y todos aquellos chavales que hace bien poco abandonaron la escuela antes de tiempo, sucumbiendo a la llamada del dinero fácil del ladrillo, se preguntan ahora qué hacer con el BMW en el que empeñaron sus primeras pagas, y seguramente (si son medianamente espabilados) maldicen el día en que decidieron convertirse en mano de obra poco cualificada. ¿Y ahora qué? se preguntan. Yo no tengo la respuesta, pero..................................................Me temo que es la de siempre: Aqui somos un país en el que la cultura es mayoritariamente de letras. Hay abogados que no conocen el término entropía, a pesar de ser unos de los mayores causantes de desorden conocidos (pásense por cualquier juzgado si no me creen). Es cierto que también hay ingenieros que creen que la hipérbole (un poderoso recurso literario) sirve para representar funciones gráficamente, pero prefiero no extenderme en el perpetuo combate nacional ciencia-letras (perdido casi siempre por el primero) puesto que merecería un post aparte.
Somos tan, tan de letras, que si en Inglaterra mencionas a la Royal Society todo el mundo da por supuesto que te refieres a la academia británica de ciencias, mientras que aquí decir Real Academia te lleva a pensar de forma invariable en ancianos junta-letras empeñados en limpiar, cuidar y dar esplendor a nuestra lengua. Tenemos a un Juan rulfo al que estudiamos, glosamos y dedicamos premios. Le celebramos cada año leyendo su excelsa obra durante el día del libro. ¿Pero por qué no existe un Newton o un Darwin local en la larga y apasionante historia de la ciencia universal?
Pero ¿y si todo eso cambiara? ¿Y si desde los medios de comunicación (al menos desde los públicos) comenzase a dedicársele a la ciencia el mismo tiempo que a la prensa rosa? ¿Y si los partidos políticos firmaran un pacto de estado apostando por primera vez por la ciencia y la tecnología como modelo de desarrollo?
Buena parte de la culpa es nuestra, somos nosotros quienes empujamos a nuestros hijos a desaprovechar el potencial creativo de sus cerebros animándoles a buscar la estabilidad laboral (“sácate esa carrerita y luego prepárate para ver a mi compadre diputado”). Es muy raro que un padre prefiera animar a su hijo a optar a becas de investigación. Esto no ocurre en el mundo anglosajón. Si los investigadores contasen con el reconocimiento social – y las oportunidades de ascenso – que reciben en los Estados Unidos, nuestros políticos actuarían en consecuencia, y las opciones se multiplicarían. Y es que lo cierto es que se falla desde la base. No es un problema genético (Ejemplo Neri Vela, Mario Molina, etc.), sino un puro y simple error secular en el aprovechamiento del capital humano patrio.
Y esto me disgusta y me deprime a partes iguales. ¿No ha durado ya demasiados siglos nuestra insensatez? Quiero pensar que la idiosincrasia histórica de un pueblo no es una constante universal y que puede cambiarse. De modo que ¿no podríamos cambiar también los ojos con los que miramos a la ciencia y a los científicos?
Al menos deberíamos pararnos a pensar, y plantearnos la necesidad de un cambio en los desacertados modelos económicos que nos han guiado hasta ahora (los mismos que nos han llevado a contar con un 20% de desempleados).
Mal arreglo tiene la cosa, al menos a escala “macro”, pero mientras tanto, cuando llegue el momento en que tu hijo adolescente comience a preguntarse qué va a estudiar al salir de la preparatoria, dale información válida. Se que la tentación de incitarle a asegurarse el pan hasta la jubilacíón será terrible (aunque hay que ser consciente de que las diferentes administraciones hace tiempo que se han acercado al límite de contratación) pero piensa que a lo mejor él podría ser el primer Darwin o Newton de nuestra historia.
Otra cosa, anímale a aprender inglés por favor. Si aquí seguimos errando en los modelos educativos (como me temo) al menos facilítale que se labre un futuro ahí afuera. ¿Qué habría sido de José Hernández Moreno si se hubiera quedado en Michoacán?

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