lunes, 21 de julio de 2008

La adicción a Pemex


La falta de liderazgo tiene sumido a Estados Unidos en un marasmo económico impensable hace algunos meses. El ex vicepresidente Al Gore lo definió la semana pasada en unas cuantas líneas: “pedimos prestado a China para comprar petróleo al Golfo Pérsico…”
La importación de petróleo de los Estados Unidos llega a 2 mil millones de dólares diarios, lo que hace crecer su déficit comercial y provoca la debilidad del dólar. Un círculo vicioso que podría llevar al vecino a una prolongada recesión y arrastrarnos en ella.
Gore propuso un plan, asumiendo el hueco de liderazgo que deja George Bush: eliminar el consumo de combustibles fósiles en la generación de energía eléctrica en 10 años. Un reto que parece increíble, pero que Gore asegura es indispensable para reducir el calentamiento global y la tragedia que proyecta sobre el futuro de la humanidad.
La frase del momento es “terminar la adicción de Estados Unidos al petróleo importado”. Con 21 millones de barriles de consumo diario, los norteamericanos queman uno de cada cuatro barriles de petróleo que se producen en el mundo.
En México la adicción es distinta. El Gobierno recurre a los ingresos de Pemex para completar su gasto. De cada peso que gasta, 40 centavos provienen de la paraestatal. Con la declinación de la producción petrolera y los precios, el Gobierno quedaría imposibilitado de pagar la nómina y las participaciones a los estados y municipios. Por eso la discusión sobre el futuro de Pemex es una gran cortina de humo que esconde el monstruo que está detrás: el gasto del Gobierno que no pagamos los ciudadanos.
La adicción a Pemex traerá gravísimas consecuencias en el futuro. Si el Gobierno hace una reforma para extraer aún más riqueza del suelo para cumplir sus tareas, lo único que estará generando es mayor adicción. La verdadera reforma sería plantear el uso de los recursos de Pemex para infraestructura. Comenzar de una vez a construir las granjas de molinos de viento para producir energía limpia; desarrollar tecnología solar e invertir en carreteras, parques industriales, puertos y ferrocarriles de carga eficientes.
Si el Gobierno no usara todos los recursos que toma del petróleo, se podrían fortalecer proyectos de inversión industrial de largo alcance. Se podrían construir millones de casas con créditos a largo plazo, con mejor infraestructura urbana; podríamos despegar con un crecimiento económico sano y superior al 5%. Necesitamos plantearnos retos que vayan más allá de un sexenio o un partido político. Por eso da risa cuando los partidos discuten si se deben o no abrir las puertas a empresas particulares para la petroquímica básica o la conducción y almacenamiento de gasolina, gas y diesel. Desde hace años Pemex da contratos a particulares; desde hace años se vale de transportistas privados.
La discusión que no quiere tener el Gobierno es su propia sustentabilidad. O es muy obeso e ineficiente en el gasto público o los ciudadanos no aportamos lo suficiente para mantenerlo. Podríamos decir en una aproximación que el 75% es responsabilidad de un Gobierno burocrático e ineficiente y el 25% recae en la poca tributación y la terrible complicación de pagar impuestos, además del terror de los diputados de hacer universal el pago del IVA. El PAN ni siquiera dice pío ante estos planteamientos, porque ya entró en la dinámica de ganar elecciones a como dé lugar en vez de asumir la responsabilidad histórica que le toca. Contra todos sus principios, el Gobierno de Felipe Calderón cada día asume más responsabilidades del ciudadano y contribuye al paternalismo heredado del PRI. Dice adiós a la subsidiaridad.
En Estados Unidos el solo hecho de que Barack Obama acepte como propio el reto planteado por Gore, haría que los precios del petróleo disminuyeran. La búsqueda de nuevas formas de producción eléctrica está basada en tres fuentes: eólica, solar y geotérminca. Todas renovables.
Aquí no tenemos un plan. El Gobierno quiere que el petróleo nos resuelva los problemas, pero lo que está pasando es que hunde poco a poco nuestras exportaciones renovables con una moneda sobrevaluada. La fortaleza del peso a niveles de 10 por un dólar, contribuirá a destruir la competitividad de nuestra industria de exportación. Al PAN le es cada día más difícil gobernar sin atender a sus ideales, a su plataforma original: menos burocracia y más sociedad.
Por:Enrique Gòmez

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