jueves, 29 de mayo de 2008
Dieta Montignac, para prevenir y tratar la obesidad infantil, causa polémica
Michel Montignac ha vuelto a hacer saltar la polémica. La dieta que lleva su nombre, basada principalmente en la medición de los índices glucémicos de los alimentos, no es bien recogida por buena parte de la comunidad científica. Sin embargo, sus libros se venden en todo el mundo. En su visita a España ha presentado un nuevo título con el que pretende 'Prevenir y combatir la obesidad en el niño'.
"En el último siglo, la prevalencia de la obesidad ha aumentado un 600%, en España o Francia, y hasta un 1.200% en el caso de EEUU. Esto es de especial importancia en los niños", ha declarado el doctor Montignac, durante una conferencia en la Asociación de la Prensa de Madrid.
Para prevenir y tratar la obesidad infantil, al igual que en la edad adulta, este experto predica los beneficios de una dieta que creó hace ya dos décadas y con la que presume de haber perdido 21 kilos. Su tesis se basa en dos conceptos: "el factor energético no es determinante en el peso" y "lo importante es el aspecto cualitativo, en detrimento de lo cuantitativo o, lo que es lo mismo, el tipo de comida".
"Los alimentos conllevan una serie de reacciones metabólicas en cadena que, al final, determinan si la energía resultante se quema o se almacena", explica. Algunos glúcidos o hidratos de carbono generan "un alto nivel de glucemia que conlleva una excesiva secreción de insulina, lo que provoca que la energía se almacene y se gane peso". Por eso, Montignac establece una clasificación de los alimentos en función de su índice glucémico (IG).
Además de los glúcidos, que deben componer un 40% de la pirámide alimentaria (preferentemente de bajo IG), este experto recomienda consumir un 30% de proteínas (dos tercios de origen animal) y la misma cifra de lípidos (monoinstaurados y poliinsaturados). Las dietas tradicionales, sitúan el equilibrio nutricional en unas cifras algo distintas: 55%, 15% y 30%, respectivamente.
"Lo que Montignac propone es elegir los hidratos de carbono en función de la velocidad con la que se absorben. Sí permite las fibras pero no el almidón, presente en el arroz o las patatas, por ejemplo. Con esto se corre el riesgo de comer demasiadas grasas y proteínas, lo que puede provocarnos, por ejemplo, daños renales. Si tomamos muchas proteínas, los niveles de ácido úrico aumentan y es posible que padezcamos gota", menciona Victorina Aguilar, directora del departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Alcalá (Madrid).
En el caso específico de los niños, protagonistas de su nuevo libro, Montignac cree que el exceso de peso no es consecuencia directa de la cantidad de calorías ni del sedentarismo. "Cuando vivía en EEUU veía a muchos niños obesos que se pasaban todo el día jugando al fútbol o al baloncesto en el parque", apunta.
En su obra se dirige a los profesionales de la salud pero también a los padres. Así destaca, por ejemplo, que consumir glúcidos con un IG muy alto durante el embarazo predispone al niño a padecer obesidad. Y lo mismo ocurre con la lactancia artificial. "Las proteínas están tres veces más presentes en la leche de vaca que en la leche materna", sostiene.
Este pensador francés opina que la leche es completamente innecesaria fuera del periodo de lactancia. Esta creencia, en países como España, donde este producto está muy presente, provoca mucho revuelo. "Tengo cinco hijos, perfectamente sanos y nunca han bebido leche que no fuera materna. No hay más que pensar en las mujeres japonesas que, a pesar de no tomarla, presentan unos niveles muy bajos de osteoporosis, frente a lo que sucede en Finlandia donde se consume mucha leche y, sin embargo, la citada enfermedad está muy presente".
A la hora de definir la dieta infantil, Montignac recalca una serie de factores: "La diversificación de la alimentación se hace de manera muy precoz, se inicia a los cuatro meses en lugar de a los seis; se consumen demasiadas proteínas, entre dos o tres veces más de lo necesario, que provocan hiperinsulinsimo; y se toman muchos alimentos industriales, que contienen un alto índice glucémico".
Mantiene una postura especialmente dura contra productos procesados muy presentes en la alimentación infantil actual. Es el caso de los potitos o los cereales para el desayuno, por ejemplo, que presentan un alto IG. Tampoco se muestra favorable a todo tipo de pasta, uno de los platos favoritos de los niños de ahora, pero sí a los espaguetis cocinados 'al dente'.
"El calor al que se someten en su proceso de fabricación genera una película de trigo duro que impide que el almidón se convierta en gel y, por tanto, evita que el índice glucémico sea elevado. Luego, es importante no cocerlos demasiado para no romper esa película. Y si se dejan reposar un día el IG disminuirá cinco puntos más", asegura.
En este sentido, la doctora Aguilar remarca que "en la etapa infantil lo primordial, más que una dieta, es enseñar unos hábitos correctos". De esta opinión es Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, quien añade, además, "que lo que interesa no es tanto que adelgacen como que no sigan ganando peso, de forma que cuando crezcan su cuerpo se vaya adaptando".
Aranceta sostiene que en caso de seguir la dieta Montignac siempre debe ser supervisada por un especialista. Él debe asegurarse, entre otros aspectos, de que se cubre la cantidad diaria recomendada de frutas y verduras y de lácteos (cinco y tres raciones, respectivamente).
Por otro lado, Julio Basulto, coordinador del grupo de Revisión, Estudio y posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN), se muestra radicalmente contrario a este método. Y acusa a Montignac de no estar suficientemente formado en la materia ya que, aunque lleva 35 años en el sector farmacéutico, no ha estudiado Medicina y presume de ser un autodidacta.
Si se quiere arreglar un avión hay que llamar a un ingeniero aeronáutico. Aunque yo sepa mucho de aviones, si escribo un libro en el que digo que todos los ingenieros están equivocados me convierto en un pretencioso", declara Basulto en un cara a cara con el afamado experto.
Por el contrario, Montignac mantiene que su método está más que demostrado, "frente al fracaso de las dietas tradicionales". Además de su propio caso, explica, son varias las evidencias y las investigaciones que lo sostienen. Entre ellas, apunta, un pequeño estudio publicado en 2001 por el 'British Journal of Nutrition', que compara esta dieta con la propuesta por la Asociación Americana de Cardiología (AHA).
"Se trata de un estudio realizado en 12 personas y a corto plazo. Si viniese un extraterrestre, cogiese a una docena de adultos y los datos obtenidos los extrapolara a toda la población, yo no me lo tomaría en serio", refuta Basulto.
Él mismo recalca la importancia de demostrar los beneficios a largo plazo: "Está claro que su dieta funciona, la gente adelgaza en cuanto les modificas la alimentación (menos refrescos o grasas saturadas). Pero hay que demostrar que es eficaz durante suficiente tiempo, en un número importante de personas y que no supone riesgos para la salud".
"El concepto de Índice Glucémico es indiscutible, lleva 22 años presente y, si no valiese, ya habría desaparecido. Lo que sucede es que al ser algo complicado de entender, algunos expertos no lo dominan", contesta Montignac. Precisamente, a esta complejidad se refiere el nutricionista Javier Aranceta: "Para seguir esta dieta es necesario cierto nivel cultural porque hay que saber diferenciar la composición de los alimentos, conocer el índice glucémico...".
Por último, el miembro de la AEDN, alerta de que el problema principal de este tipo de libros es que no todo lo que se dice en ellos es falso: "Aunque el contenido de un volumen de seguridad vial sea correcto excepto en dos afirmaciones ya resulta peligroso [...] Al no ser expertos en la materia, las personas no tienen por qué diferenciar lo que es verdad de lo que no".
En este sentido, enumera tres errores básicos del método: "obvia que es importante que la dieta sea pobre en proteínas animales; no insiste en la importancia de realizar ejercicio físico; y se equivoca en tomar el IG como único referente en el tratamiento de la obesidad".
Via:http://www.elmundo.es/
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