viernes, 23 de octubre de 2009

Cuando el cáncer pasa de la madre al feto



En los últimos 100 años, la literatura médica había registrado al menos 17 casos de un extraño suceso: la posible transmisión de un cáncer de una madre embarazada a su futuro bebé. Como si de un contagio se tratara, los pequeños desarrollaban exactamente el mismo trastorno que padecía su progenitora. Sin embargo, hasta la fecha, no se había podido demostrar con pruebas fehacientes esta transferencia. Después de analizar el reciente caso de una joven japonesa (a la que le diagnosticaron una leucemia durante el periodo de gestación) y su pequeña (que desarrolló la enfermedad poco tiempo después de nacer), un equipo de investigadores pudo seguir la pista genética de esta transmisión materno-filial. Su investigación la publican en las páginas de 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. A través de varios análisis, los científicos -dirigidos por Mel Greaves, del Instituto de Investigación sobre el Cáncer (Reino Unido)-, lograron demostrar que las células cancerosas que presentaba el bebé eran idénticas a las su madre y poseían el mismo origen. Un examen realizado a las muestras sanguíneas tomadas al recién nacido tras el parto indicaron que ya presentaba las células malignas en su nacimiento. Posteriores evaluaciones pusieron de manifiesto que las células malignas del bebé carecían de una región del ADN que permitiría identificarlas como un elemento extraño por parte del sistema inmune del organismo. La inmunidad del feto normalmente destruye cualquier célula que no es suya. Éste es uno de los motivos por los que la transmisión del cáncer es excepcional, en este caso concreto se trata de un tipo de leucemia que el feto no ha podido reconocer y, por eso no lo ha detectado. Por otro lado,  en el caso excepcional de que pase alguna célula cancerígena al feto, éste no tiene por qué desarrollar la enfermedad. Lo que ha ocurrido con la mujer japonesa y su hija es que han pasado muchas células.
Según sugieren los investigadores, esta mutación genética observada en el bebé podría haber hecho posible que el cáncer traspasara la protección de la placenta y escapara al sistema de alertas de las defensas. Lo excepcional de estas transmisiones de un cáncer de la madre al feto testimonian la eficacia de la placenta como barrera, subrayan los autores, además de la inmunidad del feto y de su capacidad para rechazar agentes que no son suyos, la placenta ejerce un tapón muy importante para que no traspase nada. Tiene vasos sanguíneos muy efectivos a la hora de separar células de la madre y del feto. De hecho estos casos son muy extraños. Es algo anecdótico. Nunca se ha visto por ejemplo un cáncer de mama.

Via:elmundo

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