¿Dondee estaa mi querubíiiiiiiiiiiiin? ¿Quién es el ojito derecho de papaaaaaaaaaaaaa? … Siempre pensé que, menos mal que los niños no recuerdan nada, sería traumático para ellos pensar que cuando sean adultos se convertirán en “esas personas que hablan tan raro y no hacen más que decir tonterías mientras agitan la cabeza”. Pues aunque me mantengo en mi alocada idea, he de reconocer que, sin embargo, a ellos les gusta. Y no precisamente porque se rían de nosotros (que para todo tienen), sino más bien porque muestran preferencia ante estos estímulos y, además, parece que les ayuda al aprendizaje de la lengua.
Diferentes estudios controlados, como el realizado por Thiessen et al, concluyen que entre los bebes que han escuchado conversaciones con un tono normal y conversaciones con el tono típico (como cuando nos dirigimos a un bebe), éstos reconocían antes las palabras mencionadas con éste tono característico. Hemos de tener en cuenta que los bebes, en cuestión lingüística, traen una tabla rasa y no saben distinguir entre la palabra “pub” (bar) y “puf” (interjección), a la vez que no distinguen una palabra de un ruido (todo se aprende). Así pues el hablarles mediante frases cortas, con un ritmo más bien lento, y con esta entonación típica, les ayuda a distinguir el inicio y final de la palabra y a diferenciarlas de otros ruidos, por lo que potencia su aprendizaje.
Así pues hemos de seguir haciendo “el tonto”, como lo llevamos haciendo desde hace siglos, y siglos…
Via:newrona
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