Los refrescos azucarados parecen estar en el ojo del huracán en Estados Unidos. Después de que varios senadores hayan propuesto un gravamen especial sobre estas bebidas y el propio presidente Obama haya anunciado un plan que prevé prohibirlos completamente en las escuelas públicas en un intento de frenar la obesidad infantil, las reacciones no se han hecho esperar.
"¿Son los refrescos el nuevo tabaco?", se preguntaba esta semana un artículo publicado en el diario 'The New York Times'. Las similitudes con la lucha antihumo son claras –algunas voces también han pedido que se incluya en las etiquetas una advertencia sobre sus riesgos. No hay ningún alimento o bebida causante de la obesidad por sí mismo, sino que es un cúmulo de factores. Por tanto, achacar toda la responsabilidad a un sólo producto sería erróneo. En este sentido, hay que recordar que las calorías no son una exclusiva de las bebidas con burbujas. De hecho, hay refrescos con un contenido muy bajo en azúcares, mientras que muchos jugos y néctares pueden llevar grandes cantidades. Más que hablar de restringir la ingesta de refrescos, deberíamos hablar de moderar el consumo de bebidas con calorías. Los refrescos no son la única bebida que ha acaparado titulares esta semana. También el alcohol ha dado mucho de que hablar después de que las autoridades sanitarias británicas se hayan planteado obligar a los productores a añadir distintas advertencias en el etiquetado. Incluir frases como 'Bebe con responsabilidad' o 'Conoce tus límites' ayudaría, según sus promotores, a fomentar un consumo más adecuado. Las autoridades habían llegado hace años a un acuerdo con la industria para que estos mensajes fueran apareciendo progresivamente en sus productos. Sin embargo, el pacto no estaba dando los frutos esperados.
Via:elmundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario