lunes, 24 de diciembre de 2007

El cerebro nunca descansa

Mientras dormimos, o estamos anestesiados, nuestra mente experimenta una oleada de impulsos nerviosos que se mueve sin cesar entre unos lóbulos y otros y para la que los científicos aún no tienen explicación.

La naturaleza de esta actividad cerebral espontánea es tan misteriosa que hasta ahora nadie se ha atrevido a explicar por qué tiene lugar ni cuál es su función exacta. Los impulsos, que se producen durante los momentos de reposo, se manifiestan en forma de ondas en continuo movimiento que recorren el tejido neuronal y activan y desactivan diferentes regiones cerebrales.

Durante los últimos noventa años, los científicos han ignorado esta actividad por considerarla un mero “ruido de fondo”. En su opinión, se trataba de un simple mecanismo de compensación del cerebro, sin mayor trascendencia. Sin embargo, investigaciones recientes demuestran que estas variaciones podrían no ser tan aleatorias como se creía hasta ahora, sino responder a algún patrón predeterminado que daría algunas claves del funcionamiento de nuestra mente.



Investigadores como Rafael Yuste, de la Universidad de Columbia, han aislado neuronas de diferentes regiones cerebrales en laboratorio y han comprobado que, estimuladas in vitro, responden con el mismo patrón con el que se activan durante la actividad espontánea. En su opinión, la existencia de estados dinámicos predefinidos en el cerebro demostraría que éste no se limita a responder a estímulos externos, como sostiene la teoría desde hace años.

Pero la investigación más interesante la han desarrollado Olaf Sporns y Christopher Money, neurocientíficos de la Universidad de Indiana, quienes han estudiado en profundidad el comportamiento de estas ondas en el cerebro de los macacos y están en condiciones de afirmar que las fluctuaciones están determinadas por el “diagrama de cableado del cerebro”, es decir, por su propia anatomía.



Esto significaría que la anatomía de cada individuo contendría parámetros prediseñados que influirían en su forma de pensar o de procesar la información.

Ahora, mediante el desarrollo de un programa informático que simule el funcionamiento de ese sistema de impulsos aleatorios, Sporns y Money se proponen dibujar un mapa de las conexiones neuronales y su misterioso comportamiento espontáneo. Un experimento que podría darnos la llave del proceso por el cuál se desarrolla nuestro pensamiento.

Tomado de: Libro de notas.

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